miércoles, 11 de abril de 2007

Miguel Hernández

No pudimos ser.
La tierra no pudo tanto.
No somos cuanto se propuso el sol en un anhelo remoto.
Un pie se acerca a lo claro.
En lo oscuro insiste el otro.
Porque el amor no es perpetuo en nadie,
ni en mí tampoco.
El odio aguarda su instante dentro del carbón más hondo.
Rojo es el odio y nutrido.
El amor, pálido y solo.
Cansado de odiar, te amo.
Cansado de amar, te odio.
Llueve tiempo, llueve tiempo.
Y un día triste entre todos,
triste por toda la tierra,
triste desde mí hasta el lobo,
dormimos y despertamos con un tigre entre los ojos.
Piedras, hombres como piedras,
duros y plenos de encono,
chocan en el aire,
donde chocan las piedras de pronto.
Soledades que hoy rechazan
y ayer juntaban sus rostros.
Soledades que en el beso guardan el rugido sordo.
Soledades para siempre.
Soledades sin apoyo.
Cuerpos como un mar voraz,
entrechocado, furioso.
Solitariamente atados por el amor,
por el odio,
por las venas surgen hombres,
cruzan las ciudades, torvos.
En el corazón arraiga
solitariamente todo.

4 comentarios:

Sandra Perez dijo...

Hola, Maria!!! Me ha encantado tu blog, sobre todo porque me siento muy identificada en tus escritos, sniff. Gracias por haber pasado por el mio y prometo seguir viniendo. Besosss.

Unknown dijo...

Y eso me recuerda que tengo tanto que hacer, pero necesito fuerza... muchisima.


Un gusto por pasar por su espacio ^-^, Saludos Seniorila.

Clara Maritt dijo...

A mi los blogs me gustan o no me gustan. Este en la mirada inicial me ha gustado mucho. Volveré.
Gracias por visitarme y por tus comentarios.

Maqui & Violetas dijo...

Me gustan los recursos literarios que usas, por ejemplo, la repetición. Yo siempre la ocupo también, aunque hace un tiempo que no escribo poesía.

Chau!